Comer bien en Santander, capital del sabor cántabro, esconde mucho más que rabas junto al mar o vermut al sol. Su oferta gastronómica mezcla lo tradicional con lo creativo, sin perder nunca de vista algo fundamental: el producto. Desde tabernas con historia hasta barras con cocina de autor, esta ciudad ofrece rincones donde se come bien sin necesidad de hacer un agujero en el bolsillo. A continuación, te presentamos algunos de los restaurantes que, si aún no conoces, ya estás tardando en descubrir.

1. Bodega Fuente Dé: cocina de montaña con alma local

En plena calle Peña Herbosa, este restaurante es una institución en Santander. La Bodega Fuente Dé rinde homenaje a la cocina lebaniega, y su plato estrella es el cocido lebaniego, servido con su sopa, sus garbanzos, carnes y el tradicional relleno. Satisfactorio, contundente y por un precio imbatible, es una de esas comidas que te reconcilian con el buen comer de siempre. Si buscas algo auténtico, aquí no fallas.

2. Casa Cirana: cocina delicada, sabrosa y sin pretensiones

A un paso de Cañadío, Casa Cirana es ese tipo de restaurante que parece pensado para gustarte antes incluso de probar bocado. Una carta breve pero llena de personalidad, donde el producto local se mezcla con ideas de otras latitudes. Muy recomendable su brioche de roast beef o sus platos vegetales, siempre presentes en carta. Una opción moderna, cuidada y con precios más que razonables.

3. Taberna Cachalote: sabor a mar sin pretensiones

Ubicada en Cañadío, Taberna Cachalote es una de esas direcciones que los locales recomiendan sin dudar. Con una carta basada en productos del mar rejos, mejillones, zamburiñas, pulpo, navajas y precios muy ajustados, su cocina es sencilla pero bien hecha. Tiene alma de chigre, ambiente relajado y ese punto de autenticidad que tanto cuesta encontrar. Ideal para picotear en barra con un blanco bien frío.

Comer bien en Santander

4. Cadelo: cocina joven con mucho que decir

En Santa Lucía, Cadelo es la joya de la nueva generación gastronómica santanderina. Platos como la lasaña de rabo de toro o sus zamburiñas braseadas demuestran que aquí hay técnica y gusto. Ambiente relajado, cocina abierta y una carta que cambia con las estaciones lo convierten en uno de los imprescindibles para quienes buscan una experiencia distinta.

5. Mi Favorito: vermut, arroces y alma de barra

En plena Peña Herbosa, Mi Favorito es mucho más que un bar. Su carta gira en torno a platos que apetece repetir: ensaladillas, rabas crujientes, arroz meloso de mariscos o fideuá con sepia. Aquí se viene a comer bien, pero también a vivir la barra: vino por copas, vermuts con carácter y ambiente de los de antes, con ritmo, conversación y servicio impecable. No es casual que muchos locales lo nombren entre sus imprescindibles.

6. Marucho: cocina marinera con sabor a tradición

Un clásico que nunca pasa de moda. En Marucho no hay florituras: el producto es el rey. Su pescado a la plancha es un espectáculo, desde lubinas a rodaballos, pasando por rapes servidos con patatas y pimientos verdes. Su carta apenas cambia porque no lo necesita. Si quieres saber cómo se comía pescado en Santander hace 30 años, pero con el punto justo de hoy, este es tu sitio. A pesar de su fama, sigue manteniendo precios razonables.

7. Agua Salada: creatividad que respeta el producto

En la esquina de San Simón con Santa Lucía se encuentra este pequeño gran restaurante donde cada plato habla del Cantábrico con lenguaje moderno. Agua Salada destaca por ofrecer pescados como el curry rojo de merluza o un tartar de atún con ajoblanco que sorprende tanto por su sabor como por su equilibrio. Puedes pedir medias raciones y así explorar más sabores sin que se dispare el ticket.

8. La Vinoteca: producto del mar con toque sofisticado

En Hernán Cortés, La Vinoteca ofrece cocina marinera con una vuelta de tuerca. Desde su lasaña de bogavante hasta el tataki de atún, cada plato está diseñado para resaltar el sabor del producto. Ideal para una comida elegante pero relajada. Puedes comer bien sin entrar en el menú degustación, simplemente eligiendo con criterio a la carta.

9. Marisquería Casa José: sabor clásico frente al mar

Situado frente a la Plaza Cabildos, Casa José es un homenaje al mar. Marisco fresco, pescado a la plancha y arroces para compartir forman una carta sin artificios pero con mucho sabor. La calidad de sus productos es alta, y su cocina no enmascara nada: todo sabe a lo que tiene que saber. Ideal para los que buscan comer buen pescado sin sorpresas en el precio.

10. La Radio: rabas como las de antes

En el General Dávila, La Radio es uno de esos bares de toda la vida donde las rabas se fríen como manda la tradición: en sartén, con el punto justo de sal y limón. Acompañadas de un vermut, son la merienda perfecta. Pero su carta no se queda ahí: pescados del día, zamburiñas, chipirones… Cocina sencilla, generosa y con espíritu de casa de comidas.

También te podría interesar: