
En lo alto de los acantilados que abrazan la costa norte, justo en la Avenida del Faro de Santander, se encuentra El Faro Café Bar, uno de esos bares que ya forman parte del paisaje emocional de la ciudad: El Faro Café Bar, más conocido entre los santanderinos como El Legionario o simplemente “el Legia”. Este lugar, con décadas de historia familiar a sus espaldas, es mucho más que un bar: es un mirador privilegiado al mar Cantábrico, un refugio para el alma y un rincón gastronómico lleno de autenticidad.
Un bar con historia y corazón
El Faro Café Bar es de esos sitios que se transmiten de generación en generación, tanto por quienes lo regentan como por quienes lo visitan. Su historia está marcada por la cercanía, por esa tradición de enseñar Cantabria desde lo alto del faro mientras se comparte un desayuno, una ración o una copa con los amigos. Muchos santanderinos lo eligen para impresionar a quienes visitan la ciudad por primera vez, y no es para menos: la panorámica desde su terraza, el aire salado y la calidez del ambiente dejan una huella difícil de olvidar.
Rabas, tortilla y vermut frente al mar
Su cocina sencilla y sabrosa ha conquistado a locales y forasteros. Las rabas, famosas en toda la ciudad, se han convertido en una auténtica tradición dominical, y ahora se suman otras propuestas que ya son imprescindibles como el pincho de tortilla o una ración bien servida de lo que toque, siempre acompañadas de un buen vermut o un blanco bien frío.
Aquí no hay prisas: se viene a disfrutar, a observar el mar con calma, a ver romper las olas en los días de tormenta, al calor de la estufa, o a dejar que el sol bañe la terraza durante las mañanas claras. Cada visita es distinta, pero todas tienen algo en común: una conexión directa con la naturaleza, el tiempo detenido y la buena compañía.
Un emblema de Santander
Si no has estado en El Legionario, no has conocido Santander de verdad. Es uno de esos bares que no necesita grandes letreros ni campañas de marketing: su encanto se transmite de boca en boca, con el respeto que se le tiene a los sitios de siempre. Un clásico que nunca pasa de moda.