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Bar Dos Hermanos (Bar Gelín)
Un supersobresaliente para este bar de barrio, del populoso barrio de Castilla-Hermida, situado en la céntrica calle de nuevo nombre Fray Silvestre Vélez (antes Alféreces Provisionales), que sin lugar a dudas, se le tiene que otorgar a su Gerente y magnífico Barman (Hombre Bar, que tiene esa sonoridad similar a la del hombre Murciélago Batman, con el que no le deberéis de confundir nunca).
Pedazo Barman el gran Gelín (Ángel).
Grandísimo en todos los sentidos y apreciaciones, en tamaño, en sonrisa, en capacidad de trabajo, en bondad, en amabilidad, en paciencia, huy, no pararía. Te quiero mucho Gelín, y te tengo que dar las gracias por tantísimo, que para llegar tan solo a la mitad me tendría que tirar todo el día escribiendo y se me acaba el boli.
(¡Se me acaba el boli!, que despiste, quería decir que se me acaba el dedo, que no se en qué cavernícola o arcáico utensilio para escribir estaría pensando yo, al decir boli, cuando estoy escribiendo en el móvil).
Y me niego a permitirme olvidar o no poder citar a su maravilloso equipo, que sería un pecado imperdonable el hacerlo, y por eso os lo presento. Y para establecer el orden de los participantes que van a dar forma a esta presentación, tengo que decidir entre dos super importantes personas para el trabajo, para la vida y para el amor de nuestro gran Gelín. Y como inevitablemente hay que mencionar en primer lugar a alguien, esa tiene que ser sin lugar a dudas, su simpatiquísima, cariñosa y linda mamá (nuestra querida Anita, que no hay persona a la que se la pueda llegar a querer tanto, que es a la que tenemos que otorgar ese primer puesto y un premio de honor, por ser por orden de aparición, la primera que se cruzó en nuestras vidas) y por su esposa, persona para contar con ella de mano derecha, en cualquier historia que exista en este universo (un abrazo guapa).
Y entre uno y otro de esta divina trinidad, nos van deleitando con unas requeteriquísimas rabas de enorme calidad y exquisito sabor (cuál es el truco, para que os queden tan bien, joder) y sin dejar de mentar su baratito precio, cuando el precio también hay que considerarlo como uno de los ingredientes importantes.
Y cuando os encontréis con esa mágica visión de nuestra querida Anita, mientras se acerca con ese intenso brillo en su mano derecha, de esas fabulosas rabucas en un plato, que van dejando un rastro de sabroso olor mientras avanza, veréis que aún le queda arte para portar en su mano izquierda los platazos de mejillones, con esa preciosa salsa roja en la que la peña termina por mojar la barra entera de pan que han comprado para comer, cuando ya no queda ni un solo mejillón, que deben de tener alas, por la velocidad a la que desaparecen.
Y hay un momento en que se te va la cabeza de un lado a otro, al verla venir caminando hacia la mesa, sin acabar por decidir cual es el plato que te atrae más, para establecer el orden de como los vamos a deglutir. Y esta sensación no la olvidaréis nunca.
Toda una maravillosa experiencia personal y culinaria que recordaréis siempre, con un montón de simpatía y cariño.
Angel