
La Taberna del Herrero (El Rubio) es mucho más que un restaurante: es un punto de encuentro para los amantes de la cocina tradicional cántabra, donde el buen producto y el trato cercano son la base de cada experiencia gastronómica. Con varios establecimientos distribuidos en Santander Calle Hernán Cortés, El Castro, Bajada del Caleruco, C. Rubio y más, esta reconocida taberna moderna se ha consolidado como un referente tanto para los locales como para quienes visitan la ciudad en busca de sabor auténtico.
Cocina de raíces con alma contemporánea
Su carta es un homenaje al recetario de siempre, adaptado con un toque actual y mucha técnica. Carnes a la brasa, pescados del Cantábrico, guisos caseros, raciones para compartir y una cuidada selección de vinos conforman una oferta amplia y pensada para todos los gustos. Además, cada plato pone en valor el producto de proximidad, con especial atención a la calidad y al sabor real de cada ingrediente.
Espacios acogedores para cualquier ocasión
Desde una comida informal hasta una cena especial o una celebración entre amigos, La Taberna del Herrero ofrece un ambiente cómodo, rústico y acogedor. Cada local mantiene una identidad propia, pero todos comparten un mismo espíritu: hacer sentir al comensal como en casa. Algunas ubicaciones ofrecen servicio para llevar o amplían sus horarios en fines de semana, facilitando así el acceso a su cocina en distintos momentos del día.
La Taberna del Herrero, un clásico que nunca falla en Santander
Con una trayectoria consolidada, un equipo profesional y una clientela fiel, La Taberna del Herrero se mantiene como uno de los imprescindibles del panorama gastronómico de Santander. Si buscas un lugar donde comer bien, con producto de temporada, recetas de siempre y un trato honesto, cualquiera de sus tabernas será una apuesta segura. Una cocina sin artificios, pero llena de sabor, historia y ganas de agradar.
Fuimos a cenar y la atención fue de 10. Los camareros/as fueron muy atentos y la cena no pudo ser mejor el chuletón estaba increible.
Fui en grupo al local de Hernán Cortés. Estaba recién abierto y se notaba. Lentísimos y poco amables. Les molestaba q se lo dijéramos y les pidiésemos unas aceitunas o algo comestible para entretener la espera. Una amiga pidió un pollo massala y no gustó. Seco, un poco duro, se esperaba otra cosa. Los demás platos, pasta, cocido, presa ibérica, ensaladilla….bien. Los postres extraordinarios. Comida rica, abundante y un poco cara.